Cuando una familia confirma el diagnóstico de una discapacidad auditiva (DA) normalmente tiene que enfrentarse a algo que no se puede resolver con los recursos que está acostumbrada, esto quiere decir, que de repente se encuentra inmersa en una parada «temporal» de incertidumbre sobre el lugar al que va, y ésta es una de las situaciones que más estrés genera.
Pasada esta etapa, muchas familias consiguen adaptarse a la situación descubriendo sus propios recursos y poniéndolos en marcha. Sin embargo, existen implicaciones que pueden sobrevenir tras el diagnóstico o a lo largo de la crianza. Éstas pueden ser pasajeras o pueden mantenerse en el tiempo e interferir en la buena adaptación familiar e individual de la persona con DA, por lo que debemos prestar especial atención si:
- Caemos en un alto nivel de exigencia, hacía nosotros como progenitores o hacia nuestro hijo o hija, aumentando estados de ansiedad.
- Tendemos a ser demasiado sobreprotectores con ellos/as, interfiriendo en un adecuado desarrollo de su autoestima.
- La movilización de recursos extras recae en un solo progenitor, provocando en uno sensación de desplazado y, al contrario, el otro verse sobrecargado y solo ante la situación; lo cual afectará al buen clima familiar y perturbará la comunicación de todos los miembros.
También hay que tener en cuenta que para las familias el diagnóstico suele llevar consigo una serie de exigencias que no se contemplaban en el momento que se decide ser padre o madre, como pueden ser:
- Gastos económicos vinculados a la protetización.
- Acuerdos laborales para atender las necesidades familiares.
- Tiempo extra dedicado a la rehabilitación y citas médicas.
- Reducción del tiempo de ocio si hay que acudir a tratamientos.
- Afrontar las reacciones o explicaciones a los demás.
- Exponer sus vidas privadas a otros profesionales.
Estas implicaciones pueden aparecer en mayor o menor medida y la adaptación adecuada de la familia dependerá tanto del estilo de afrontamiento como de los recursos que se pongan en marcha. Igualmente existe otra implicación a destacar que es la propia resiliencia familiar, que ocurre cuando ésta se recupera y sale fortalecida de un diagnóstico.
Cuando eso sucede el mundo se mira con otro prisma, las prioridades cambian, se aumenta la percepción de oportunidad y madres y padres tienen el don de ver cosas que otros no seremos capaces de sentir porque no hemos pasado por ello y, sí, esto puede implicar algo positivo en la experiencia de la maternidad y paternidad de un hijo/hija con discapacidad auditiva.
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